5 de septiembre del 1975
Bogotá D. C, Colombia Lo siento mucho Gabriela. Sé que me enviaste a Bogotá con el fin de encontrar una cura a tu dolor de cabeza, pero vivir en esta ciudad se ha hecho complicado.
Desde hace dÃas busco yagé por todos lados, sé que es lo único que pone fin a tus dolencias, créeme que me he visto envuelto en diversas afrentas con estos citadinos, las personas de aquà piensan como mojigatos estúpidos, no entienden que es realmente vivir y gozar, no saben curar su alma. Preveo que mi búsqueda por la tan amada planta se demorara más de lo previsto. Por otro lado quiero pintarte un panorama total de vivir aquÃ, sé que nunca has estado en Bogotá. Mira, he analizado toda su estructura con mucho detenimiento. Pero no puedo creer que en esta gran metrópolis, no existan balcones, ¿acaso la gente no conoce la relación existente entre balcones y escritores? ¿Qué les pasa? Cuando vivÃa en Cartagena tenÃa un balcón solo para mÃ, veÃa gustoso a aquellas figuras pasajeras que cargaban historias en sus rostros y tristeza en su corazón, sentÃa inspiración para escribir con solo verlos. Pienso que posiblemente esta sea la razón por la que está ciudad vive actualmente tan muerta, tan olvidada y frÃa. Quiera Dios que después de mi muerte, pueda quedarme en el limbo, y ahà de hecho, poder construir mi casa con un balcón con vista completa a los infiernos y a sus distintos anillos de ultratumba de los cuales Dante retrató e imagino con perfecto detalle ya hace un tiempo (posiblemente él haya escrito toda la Divina comedia desde su balcón, por eso habló tan fluido de los demonios, con solo verlos en el aura de las personas mortificadas). Sabes, quiero escribir con suma potencia y espero que Dios corone mis esfuerzos como profeta de letras y me dé tan maravilloso privilegio. Dejando ya la verborrea, mañana mismo busco en la zona oriental del paÃs la planta que quieres, tal vez ahà la encuentre, no te prometo nada pero haré mi mayor esfuerzo. Sólo querÃa que supieras todo lo que me ha ocurrido. Te notifica con cariño. Tú siempre amado Javier.
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Daniel Nietos
Cuentista